“El lenguaje ideal es un esquema sintáctico interpretado” (Gustav Bergmann)
“Si pudiera construirse un lenguaje lógico ideal, tendríamos una versión gramatical correcta del universo” (Bertrand Russell)
El Lenguaje Ideal en Filosofía Analítica
En filosofía analítica (la filosofía basada en el análisis del lenguaje), existen dos corrientes:
La del lenguaje ordinario.
Los filósofos del lenguaje ordinario creen que el estudio del lenguaje (en sus múltiples usos) es perfectamente adecuado para el análisis filosófico, y que el discurso filosófico es un discurso ordinario sobre el lenguaje ordinario. Esta corriente está representada por varios filósofos de Oxford (cuyos líderes fueron Gilbert Ryle, y J.L. Austin), por lo que se suele denominar también “filosofía Oxford”. Esta corriente está representada, además de Ryle y Austin, por George Edward Moore, el segundo Wittgenstein (el de Investigaciones Filosóficas), W.V.O. Quine, Donald Davidson, Peter Strawson, Richard Rorty y Jean-François Lyotard.
La idealista (o del lenguaje ideal).
Para los filósofos idealistas, el lenguaje ordinario no vale para el análisis filosófico, por su ambigüedad, por lo que es necesario un lenguaje ideal. El discurso filosófico es un discurso sobre el lenguaje ideal.
Históricamente, La Conceptografía (Begriffsschrift) de Frege y el Tractatus de Wittgenstein son las referencias del idealismo, junto con la filosofía del atomismo lógico de Russell y del primer Wittgenstein. Ambos autores asumen que existe un paralelismo entre la estructura formal o estructural del lenguaje y la realidad.
Frege es considerado el fundador de la filosofía analítica. Wittgenstein es el iniciador el “giro lingüístico” en filosofía, al situar al lenguaje como elemento central de la filosofía. Russell es considerado “el segundo padre” de la filosofía analítica.
Dentro de la corriente idealista, a su vez, hay dos tendencias:
La reconstruccionista.
Trata de depurar las ambigüedades, irregularidades y deficiencias del lenguaje ordinario, para reconstruir un esquema de lenguaje ideal que sirva de apoyo y fundamento para clarificar, analizar y resolver los problemas filosóficos.
Gustav Bergmann (uno de los miembros más jóvenes del Círculo de Viena) es el representante más destacado de esta tendencia del lenguaje ideal. Su posición es idealista-reconstruccionista.
La formalista.
Trata de crear un lenguaje ideal nuevo, de tipo formal, con una estructura lógica que refleje las categorías últimas de la realidad. Buscar el lenguaje ideal formal es investigar la estructura ontológica del mundo. El lenguaje ideal representaría la realidad de una manera precisa y perfecta.
En esta corriente destaca Rudolf Carnap (uno de los máximos representantes del Círculo de Viena). Es un filósofo idealista-formalista.
Ambas tendencias (la reconstruccionista y la formalista) pueden ser, a su vez, pragmatistas, es decir, que el lenguaje ideal puede servir también como lenguaje ordinario. Pero el hecho es que es difícil encontrar un pragmatista del lenguaje ideal.
La Conceptografía de Frege
Frege fue el pionero en la búsqueda de un lenguaje ideal, esencial y trascendental. Con su Conceptografía, intentó construir un lenguaje lógico ideal. Frege escogió la lógica porque creía en su carácter universal. Solo hay una lógica. No se puede restringir la lógica a un dominio particular. La lógica lo invade todo.
Frege es el fundador de la filosofía analítica, que alcanzó su máxima articulación en el Tractatus de Wittgenstein.
El atomismo lógico de Russell y Wittgenstein
Según el atomismo lógico, el análisis lógico puede revelar los átomos fundamentales que existen en el lenguaje y en la realidad. En este sentido, Russell y el temprano Wittgenstein buscaban el lenguaje ideal. Russell definía al lenguaje ideal o “lógicamente perfecto” a aquel en que su forma gramatical coincide con la forma lógica.
El lenguaje ideal de Whitehead
Russell y Whitehead fueron los autores de Principia Mathematica (PM), una obra de 3 volúmenes publicados entre 1910 y 1913, en la que intentaron formalizar la matemática desde el punto de vista del formalismo axiomático lógico.
Según Whitehead, el lenguaje, además de ser una herramienta de comunicación, permite a los filósofos obtener conocimiento de la realidad última. El lenguaje es la herramienta de la filosofía, pero el lenguaje ordinario tiene varios problemas:
Es superficial, artificial. Oculta la realidad profunda. Es ambiguo, impreciso, sin significados exactos.
Simplifica la realidad mediante el uso de abstracciones, convirtiendo las pluralidades en singularidades. El lenguaje describe un mundo abstracto. Whitehead concebía la filosofía como “una crítica de las abstracciones”, una noción introducida en su obra “Ciencia y el Mundo Moderno” (1925). La naturaleza está autocontenida, cerrada a la mente. Hacemos abstracciones, que son necesarias para la vida diaria y para el desarrollo de la ciencia, pero hay que ir más allá de las abstracciones; hay que buscar lo metafísico.
Contiene suposiciones ocultas sobre la naturaleza de la realidad. Una de ellas es el carácter “sustancial” de la realidad, es decir, la suposición de que los componentes últimos de la realidad son sustancias que tienen propiedades. Este carácter sustancial de la realidad está implícita en la estructura “sujeto-predicado” del lenguaje ordinario, que conduce a la conclusión de que todas las proposiciones del lenguaje son sustancias (sujetos) con cualidades (predicados). Además, esta suposición está corroborada por la manera en que percibimos el mundo, que también está orientado a la sustancia.
Para Whitehead, la realidad última de los actos y relaciones de percepción son los eventos, más que las sustancias. La realidad es dinámica porque en todo evento hay actividad, incluso en los fenómenos de percepción, pues hay actividad en el percibidor y en lo percibido. Los bloques fundamentales constitutivos del universo son los eventos, algo que la física moderna parece corroborar, pues nada está en reposo, todo se mueve, todo está activo, todo está “vivo”, desde los electrones a las galaxias.
Por lo tanto, la tarea de los filósofos es ir más allá de las apariencias (las sustancias) para llegar a la verdadera esencia de la realidad. Por lo tanto, es necesario centrarse en la búsqueda de un lenguaje ideal que refleje la realidad esencial o profunda. Las características de este lenguaje ideal serían las siguientes:
Debe basarse en un esquema categorial que refleje la verdadera estructura de la realidad, incluyendo su naturaleza dinámica.
Debe basarse en el concepto de “expresión”, una representación de signos y símbolos. El análisis de tales signos y símbolos es una tarea más fundamental que el análisis de las palabras. La expresión es “el sacramento fundamental”.
Debe ir más allá del análisis conceptual del lenguaje ordinario. Hay que hacer un “análisis metafísico”, generalizar los conceptos e ir más allá de las abstracciones hasta llegar a nuevas conceptualizaciones: los neologismos [quizás Whitehead se refería a arquetipos de supremo nivel de abstracción]. “Todas las dificultades epistemológicas en el fondo no son sino dificultades metafísicas camufladas”.
Debe tener una semántica clara, sin ambigüedades. Y una forma (sintaxis) lógica para lograr un lenguaje preciso que permita llegar a un conocimiento metafísico completo.
Este lenguaje ideal metafísico no podrá reemplazar al lenguaje ordinario.
El lenguaje ideal formal de Carnap
Para Rudolf Carnap −uno de los miembros más destacados del Círculo de Viena− todas las cuestiones filosóficas son cuestiones del lenguaje. La tarea de la filosofía es el análisis de la lógica del lenguaje. “La filosofía va a ser reemplazada por la lógica de la ciencia, pues la lógica de la ciencia no es más que la sintaxis lógica del lenguaje de la ciencia” [Carnap, 2010].
En “Der logische Aufbau der Welt” (La construcción lógica del mundo, 1922-1925) [2003], propuso construir un sistema lógico de objetos y conceptos, de tal forma que todos los conceptos se derivasen de un núcleo fundamental de conceptos primitivos.
Esta fue la primera gran obra de Carnap, pero posteriormente optó por el fisicalismo: solo se puede hablar de la unidad del lenguaje de la ciencia si todos los términos científicos (empíricos) se refieren a objetos, propiedades o relaciones físicas observables, o bien pueden reducirse a ellos mediante funciones explícitas o condicionales. La unidad de la ciencia debe realizarse a través de la física. Una condición necesaria, pero no suficiente, para lograr esta unidad es disponer de un lenguaje unificado.
Carnap fue un firme defensor de la unidad de la ciencia. Una condición necesaria, aunque no suficiente, para lograr esta unidad es disponer de un lenguaje ideal de tipo formal, un lenguaje con sintaxis lógica. Este lenguaje ideal estaría restringido solo a la ciencia; no podría utilizarse como lenguaje ordinario.
El lenguaje ideal reconstruccionista de Bergmann
Para Gustav Bergmann, las cuestiones filosóficas son cuestiones del lenguaje. Creía en la existencia de un esquema de lenguaje ideal, que debería tener las características siguientes:
Filosófico.
Debe ser una idealización del lenguaje natural, con características semánticas que reflejen las categorías últimas de la realidad. Con el lenguaje ideal se podría descubrir la estructura categorial del mundo, pues estas categorías deben reflejarse en las propiedades estructurales del lenguaje ideal. Este lenguaje ideal debe servir para reinterpretar los problemas filosóficos desde una nueva perspectiva más profunda y esencialista; y para ayudar a clarificar y resolver las viejas cuestiones de la filosofía, como por ejemplo, la cuestión de los universales. Y todo ello con el discurso informal del lenguaje ordinario.
Completo.
Debe poderse aplicar a todas las áreas de nuestra experiencia, es decir, que todo pueda expresarse en él.
Lógico.
Debe deducirse del análisis del lenguaje corriente, con la ayuda de la lógica simbólica formal. Sin embargo, el lenguaje ideal no es un lenguaje lógicamente perfecto, sino meramente un esquema de ayuda para resolver problema filosóficos.
Sintáctico.
Debe ser un esquema sintáctico compuesto de signos (o símbolos) y relaciones entre ellos.
No pragmático.
No puede ser un lenguaje hablado que reemplazase al lenguaje ordinario, por tratarse de solo un esquema de lenguaje filosófico.
Según Bergmann, el Principia Mahtematica (PM) de Rusell y Whitehead es un ejemplo de lenguaje ideal, pero sugiere que puede haber más de un lenguaje ideal.
El Desafío de un Lenguaje Ideal
Aunque la idea de desarrollar un lenguaje ideal (esquemático o formal y que debe ser forzosamente simple) es perfectamente inteligible, muchos filósofos y lógicos dudan que alguna vez pueda conseguirse tal lenguaje. Podemos destacar dos razones principales:
Nunca se ha desarrollado hasta la fecha ningún lenguaje ideal.
El PM de Russell y Whitehead podría considerarse un lenguaje ideal, pero es de tipo matemático-lógico, no filosófico. Además la formalización que consiguieron fue limitada y realizada de forma bastante compleja y laboriosa. La conceptografía de Frege es lo que más se ha aproximado a un lenguaje ideal, aunque no es satisfactorio por ser un lenguaje gráfico (bidimensional) de notación compleja y por su enfoque exclusivamente logicista.
Para llegar al lenguaje ideal hay que investigar primero la estructura ontológica del mundo, tarea que es de naturaleza superior (o profunda). Mientras no se complete esta investigación filosófica nunca podremos descubrir el lenguaje ideal.
Esta segunda razón es la fundamental, la más poderosa. No es posible abordar lo profundo con herramientas superficiales. Lo profundo no se puede formalizar porque sería un contrasentido. Esta dificultad de abordar lo profundo con lo superficial ya se puso de manifiesto con el famoso teorema de incompletud de Gödel, en el que demostró las limitaciones de los sistemas axiomáticos formales, como el sistema PM. La generalización del teorema de Gödel es que “lo profundo no se puede formalizar”. Pretender aplicar la lógica (una herramienta superficial) para investigar lo profundo, no puede tener éxito. Y, por consiguiente, PM no puede considerarse un lenguaje ideal, porque no contempla lo profundo.
El problema del lenguaje ideal es el mismo que el problema de la formalización de la semántica: el problema de la conexión profundo-superficial.
MENTAL como Lenguaje Ideal
La solución
La solución al desafío del lenguaje ideal es sorprendentemente simple, y es la única posible. Se basa en distinguir, efectivamente, los dos niveles: el profundo (lo inmanifestado) y el superficial (las manifestaciones). y accediendo al punto en que ambos están conectados: los arquetipos de la conciencia, que son las primitivas semánticas universales de MENTAL, que son también categorías filosóficas.
Características de MENTAL como lenguaje ideal
Lenguaje filosofal.
Si filosofamos es debido a que a que hablamos un lenguaje ordinario que es imperfecto. Desde este punto de vista, existe una brecha o tensión entre el lenguaje ordinario y la realidad esencial. Este tensión desaparece con MENTAL (y con todo lenguaje ideal). El lenguaje ideal es un lenguaje filosofal porque nos permite filosofar al situarnos en un nivel en que se hace filosofía natural, profunda, sin esfuerzo, sin tensión. por lo que la filosofía tradicional, superficial, desaparece. MENTAL es un lenguaje filosofal; lenguaje y filosofía se unifican.
Lenguaje arquetipal.
MENTAL es un lenguaje basado en conceptos primitivos, como exigía Carnap. Conceptos primitivos que son arquetipos. MENTAL utiliza neologismos, conceptos novedosos como: particularización, generalización, evaluación, etc. que constituyen el nivel de abstracción supremo.
Lenguaje de la conciencia.
MENTAL es un lenguaje de la conciencia porque se fundamenta en la unión integral de pares de opuestos. MENTAL se basa en primitivas semánticas universales que son de de naturaleza analítica y sintética. Russell, con su atomismo lógico, utilizó solo el análisis, por lo que fracasó en su lenguaje ideal.
Lenguaje simbólico.
Whitehead intuyó que la clave de un lenguaje ideal residía en en los signos o símbolos, más que en las palabras. Los signos/símbolos de MENTAL representan a las primitivas, a los arquetipos de la conciencia, a los universales abstractos.
Lenguaje abstracto.
Whitehead consideraba que la abstracción era un inconveniente a superar en el lenguaje ordinario. Pero la abstracción es precisamente la vía para el conocimiento de la realidad profunda, que es necesariamente abstracta. Además, el lenguaje no es metafísico porque lo metafísico no es expresable, es inefable. Pero la abstracción utilizada en MENTAL es de nivel supremo, en la línea de los neologismos de Whitehead.
Lenguaje dinámico.
MENTAL es dinámico, una característica que exigía Whitehead, pues toda expresión se evalúa. Un caso especial es cuando una expresión se autoevalúa; es estática. Y contempla eventos, pero no solo eventos; contempla muchos tipos de expresiones (funciones, categorías, reglas, procedimientos, estructuras, etc.).
Lenguaje científico.
Aunque MENTAL tiene características humanísticas (filosóficas y psicológicas), el lenguaje es meramente científico, un lenguaje aplicable a dominios donde se necesite un lenguaje formal (ciencias formales). MENTAL, por su carácter abstracto, no sustituye al lenguaje ordinario. No obstante, su filosofía de “primitivas semánticas universales” es válida para elaborar un lenguaje auxiliar internacional.
Lenguaje de los mundos posibles.
MENTAL, como lenguaje ideal, trasciende la realidad. La relación entre lenguaje y realidad es asimétrica, pues el lenguaje es más amplio que la realidad, al poder hacer referencia a los mundos posibles.
Bibliografía
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